Gracias a la agricultura se ha podido garantizar el acceso a la alimentación y por otra parte, también representa una importante fuente de ingresos para gran parte de la población rural, que está compuesta principalmente por pequeños campesinos.

A lo largo de las últimas décadas se han desarrollado tecnologías y prácticas para aumentar la producción y los rendimientos de los cultivos.   En ocasiones, estas prácticas no van de la mano de la ecología.

Además del uso (en demasiadas ocasiones indiscriminado) de fitosanitarios, hay otros desarrollos tecnológicos en la agricultura convencional:

  • El uso de maquinarias agrícolas, cada vez más diversificadas y avanzadas, pero que utilizan combustibles fósiles para realizar el trabajo.
  • El uso de fertilizantes, herbicidas y plaguicidas químicos, con efectos nocivos sobre el suelo y los reservorios de agua, sobre los ecosistemas y sobre los mismos alimentos.
  • El uso de semillas manipuladas genéticamente (los famosos transgénicos) las cuales han ganado simpatías entre los grandes consorcios dedicados a la producción agrícola, pero pueden crear graves alteraciones a la biodiversidad vegetal.

La agricultura convencional, la que se practica principalmente en la actualidad, se basa en el uso de todo tipo de fitosanitarios:

Insecticidas, fungicidas, acaricidas, herbicidas…

Y dentro de la gran variedad de fitosanitarios que se aplican sobre los alimentos, una forma de clasificarlos es por su composición química, teniendo los organoclorados, organofosforados, triazinas, piretroides, organomercuriales…. Entre los numerosos grupos de químicos que se usan en los cultivos.

Por las propiedades toxicológicas de los fitosanitarios se recogen, entre otras, peligros para la salud como toxicidad aguda, lesiones oculares graves, carcinogenicidad, lesiones respiratorias, toxicidad para la reproducción o mutagenicidad en células germinales.

Por desgracia, todavía no se presta la debida atención a los daños que supone el modelo de agricultura basado en agrotóxicos sobre el medio ambiente y la salud.

Por otra parte, es fácil llegar a la conclusión de que entre el aumento de la contaminación en suelos, aguas, etc y la pérdida de biodiversidad y de los recursos naturales va a disminuir la disponibilidad de alimentos en un futuro.

Por ejemplo, el aumento del efecto invernadero por la emisión de gases a la atmósfera, a su vez disminuye la capacidad de regeneración de los recursos renovables aire, agua y suelo, y consecuentemente la fauna y la flora. Es un ciclo que debe evitarse, pues inexorablemente llevará al agotamiento de los recursos.

Uno de los grandes problemas de la producción agrícola convencional de alimentos es que está agotando los nutrientes y los microorganismos beneficiosos de los suelos y pierden su fertilidad.

Esto provoca que las zonas agrícolas se vean forzadas a movilizarse a buscar nuevos terrenos donde cultivar. Para habilitar estas nuevas zonas de cultivo en ocasiones se producen deforestaciones por la tala de bosques.

Y este ciclo se repite una y otra vez, esquilmando los recursos naturales y reduciéndose la capacidad de producción de alimentos.

Por el contrario, la agricultura ecológica, combina la producción de alimentos nutritivos con el cuidado del medio ambiente.

Entre los principios fundamentales de la agricultura ecológica se encuentran:

  • Preservar la biodiversidad del suelo, tanto de los componentes minerales como de los biológicos,
  • Preservar el las variedades locales de cultivos.
  • Garantizar la calidad de los alimentos. Que sean nutritivos, sanos y suficientes para alimentar a la población.

Para la realización de estas prácticas agrícolas no se utilizan compuestos químicos de síntesis, los fertilizantes son orgánicos, se respetan los ciclos ecológicos, los ciclos biológicos y los ciclos geoquímicos, al mismo tiempo que se evita el empobrecimiento de los suelos.

En la agricultura ecológica es tan importante garantizar el acceso a los alimentos, como garantizar la calidad del producto y la conservación del medio  ambiente.

La agricultura convencional y la agricultura ecológica se encuentran en estos momentos en un espacio de convivencia. Ambas están siendo utilizadas, pero cada vez son mayores los esfuerzos por una transición hacia la agricultura sostenible, la agricultura ecológica.

¿Por qué apostar por la agricultura ecológica?

La agricultura ecológica cuida la salud de los suelos, la salud del medio ambiente, la salud de las comunidades y la salud del consumidor final. Veamos estos aspectos con más detalle:

  • La salud y la fertilidad de los suelos se preservan con la práctica de varios principios:
  1. No se permite el uso de fertilizantes químicos, ya que alterarían la composición fisicoquímica, la población microbiana y el perfecto equilibrio del suelo.
  2. Es fundamental optar por los policultivos en la misma zona, e implementar la rotación de cultivos. Esto impide el agotamiento de los recursos minerales, en especial previene la pérdida de nitrógeno.
  3. Evitar el uso de herramientas y prácticas de labranza que dañen el suelo de cultivo.
  4. Utilizar abonos orgánicos.
  5. Cultivar variedades locales, que están adaptadas a la geografía y al hábitat y además son más resistentes a plagas y enfermedades.
  6. La agricultura ecológica preserva la biodiversidad del suelo, uno de los ecosistemas más complejos que existe y cuyo equilibrio es vital para la producción agrícola.
  • La salud del medio ambiente es uno de los objetivos de oro de la agricultura ecológica, y se logra con la implementación de diversas técnicas, tales como:
  1. Reducir la emisión de los principales gases tóxicos –dióxido de carbono, metano y óxido nitroso- que producen un aumento del efecto invernadero en la atmósfera, esto va a producir una menor huella de carbono.
  2. Evitar el uso de agentes químicos, con lo cual se disminuye el efecto contaminante sobre los suelos, atmósfera, reservas de agua, etc.
  3. Uso eficiente de los recursos naturales renovables de la zona. Se promueve un ahorro significativo de la cantidad de agua para el riego.
  4. Compostar los desechos orgánicos.
  5. Garantizar la conservación de la biodiversidad, tanto de suelos como de flora y fauna de los hábitats.
  • Las comunidades rurales se ven favorecida de diferentes formas:
  1. Aumento de la calidad del agua
  2. Consumir alimentos de km0 de cultivo ecológico que además favorece la economía de la zona. Esto impulsa el desarrollo social sostenible de las zonas rurales
  3. Se promueve el empleo local
  4. Se favorece el uso de los recursos locales, generando el crecimiento económico de la zona
  5. Se crea soberanía alimentaria.
  6. Se apuesta por mejores condiciones de trabajo y de vida de los agricultores.
  7. Al elegir los productos de zonas cercanas, disminuye el gasto energético y la huella de carbono por el transporte desde zonas lejanas y los alimentos además están más frescos.
  8. Se reduce el desperdicio de alimentos.
  • La salud del consumidor final se ve favorecida al disponer de productos de alta calidad, con mayor valor nutricional y sin residuos de pesticidas de síntesis.

Con la agricultura ecológica se llega a una relación de favorecer tanto al agricultor, como al consumidor final, como a la naturaleza.